Periodista Federico Rivas: “Vamos a tener a Lula presidente el próximo 30 de octubre”
Luiz Inácio Lula da Silva consiguió, durante el domingo pasado, el 48% de las preferencias en las elecciones presidenciales; Jair Bolsonaro, el actual presidente, en tanto, obtuvo el 43%. Un resultado estrecho que se definirá en una segunda vuelta el próximo 30 de octubre.
Los resultados, no obstante las cifras, se contrastan con los pronósticos de los sondeos anteriores, que daban por ganadoras al representante del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva. Sobre las sopresas y el estado de las cosas en el país carioca, conversó la mañana de este lunes Federico Rivas, jefe de la delegación del diario El País en Buenos Aires, con cobertura en el cono sur.
“Las principales derrotadas fueron las encuestadoras, que en un país tan grande como este, es complicado saber qué piensa la gente, pero nada: no han podido dar con ese voto a Bolsonaro que no es el que se manifestaba ante los encuestadores. Brasil es un país donde salen dos o tres encuestas diarias. Es una locura, todo el mundo está pendiente de los sondeos. El único que no creía en los sondeos es Bolsonaro y le ha dado la razón del resultado”, señaló de entrada el corresponsal.
Esto mismo, pues los mismos sondeos apuntaban a un 49%-50% para Lula, contra un 43% en favor de Bolsonaro, con un margen de error de 2%. En algunos casos, en tanto, habían pronósticos que apuntaban incluso a 15 puntos porcentuales de ventaja a Da Silva.
Así las cosas, y a la luz de los resultados, Rivas aseguró: “No creo que haya muchas posibilidades de que Lula no gane la segunda vuelta. Quedó a dos puntos, le sacó seis millones de votos. Mi estimación es que vamos a tener a Lula presidente el 30. Lo que pasa es que Bolsonaro ha creado un partido político de la nada, que va a ser la principal fuerza opositora en el Congreso. Va a tener más senadores y diputados que el PT. Se erige como un personaje que la política brasileña va a tener en cuenta. Va a estar ahí como oposición, que no es una oposición moderada, sino que es extremadamente dura, extrema, con un discurso que va calando en la sociedad: así como caló en su momento en Chile, así como está calando de forma rizomática en Argentina, como fue el trumpismo en Estados Unidos, el resultado electoral en Italia. Es una corriente global y Brasil no queda ajena a esa corriente”.
Hacia el final de la jornada del domingo, Lula da Silva cerró la jornada con un multitudinario evento frente al Museo de Arte de Sao Paulo; Bolsonaro hizo lo suyo acompañando de unos pocos periodistas y colaboradores en el Palacio de la Alborada, en Brasilia. “No se juntó con nadie y hablaba como un hombre derrotado. Realmente nos sorprendió muchísimo: estaba con un gesto muy adusto, muy amargado, diciendo que el voto había sido negativo porque la economía no había acompañado, entonces la gente votaba en contra por la inflación; que la gente pedía cambios pero que esos cambios podrían ser negativos, en referencia a, por ejemplo, el clásico de él: una inflación importante en Argentina, en Venezuela, en Nicaragua. Yo creo que en su fuero más íntimo realmente pensaba que las encuestas mentían lo suficiente para ocultar que él estaba ganando en primera vuelta. No era alguien que estaba contento con lo que había pasado; él estaba convencido que ganaba”, explicó Rivas.
Los resultados fueron un balde de agua fría para el bolsonarismo, convencido del triunfo. Pero visto desde la estrategia política, finalmente se impone Da Silva y se consolida la oposición en las Cámaras. “Brasil es un país que no tiene partidos políticos. El único estructurado como conocemos nosotros es el PT. El resto es un rejunte de gente que se va pasando de un lado a otro. El mismo presidente (Bolsonaro) inventó el partido hace cuatro años. Ellos apelan a siglas anotadas, que no tienen votos y agarran el nombre y se presentan. Lo que estamos viendo es que nace una estructura partidaria, cerrada, verticalista, desde la extrema derecha, con esa adrenalina que da la derrota que parece un triunfo”, vaticinó el corresponsal de El País.
Las críticas a Lula, sin embargo, van en la falta de autocrítica: sus meses en la cárcel, el encarcelamiento de ministros de su último gobierno, y los casos de corrupción comproados. “Después podemos analizar si merecía ir a la cárcel por eso o no. Pero hay ministro preso, está comprobado el delito. O sea, ha habido casos de corrupción gigantescos y Lula jamás ha hecho una autocrítica. Cuando uno habla con la gente, dicen que estaba bueno, que la economía estaba mejor, pero la sensación es de un gobierno corrupto. Y Bolsonaro se enquista en parte de esa sociedad que rechaza esta etapa de corrupción del PT. Y también hay que tener en cuenta el poder del voto evangélico en Brasil: tiene 64 millones de evangélicos, dicen que en 2030 va a haber más evangélicos protestantes que cristianos católicos, y ese voto conservador antiaborto, antimatrimonio igualitario, de ideología de género, y eso cala muy fuerte. Desde afuera, no se puede entender la cantidad de gente que vota a Bolsonaro porque es la persona que defiende esos valores. Además, Bolsonaro es el voto anti-lula. El que no quería votar a Lula no tenía más opción: había ocho candidatos y entre todos no llegaron al 9% de los votos. Prácticamente el 90% ha quedado dividido entre Lula y Bolsonaro. El voto anti Lula ha ido a Bolsonaro. Entonces entre que la economía anda bien y tienen un personaje que defiende a la familia, contra otro personaje que ha sido condenado por corrupción, es un fenómeno complejo”, concluyó.
Fuente: ADNRadio